Por segunda vez en nueve meses, Estados Unidos fue sacudido por el levantamiento de jóvenes afroamericanos en respuesta a la muerte por la policía de un joven negro. En agosto pasado, la rebelión en Ferguson (Missouri) llamó la atención del mundo sobre la crisis que combina la “aplicación de la ley” y el racismo en Estados Unidos. Pero si el racismo policial en Ferguson estuvo en el centro del escenario político estadounidense, la rebelión de Baltimore (en abril) transformó esta conciencia general en una grave crisis política.